Una fístula anal es el proceso crónico que aparece tras un proceso agudo, que es un absceso perioanal. Se prodría decir que es un "tunel" entre la zona interna del ano y la piel que lo rodea.

El problema de no detectar una fístula anal, explica el Dr. Mauricio García Alonso, responsable de la unidad de proctología y cirujano general y digestivo de CMED, es que se puede desarrollar una infección e, incluso, una sepsis perianal, que requiere un tratamiento mucho más complejo.

La detección se realiza, principalmente, mediante cuatro pruebas: ecografía endoanal, resonancia magnética de la zona de la pelvis, una manometría anal y una colonoscopia.

El objetivo del tratamiento de una fístula anal es conservar la función del esfinter. Depende de la gravedad de la fístula, se elige el tratamiento quirúrgico más adecuado, que puede pasar desde una fistulotomía, una ligadura intraesfinteriana, un cierre por láser de la fístula, así como el empleo de materiales biológicos.

La prevención de una recurrencia podría pasar por una dieta rica en fibra, pobre en grasa y en una higiene anal adecuada. Si la fistula tiene como origen la Enfermedad de Crohn, el tratamiento es diferente, teniendo en cuenta que ésta es una patología crónica.