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La alimentación como parte del proceso de recuperación tras una enfermedad oncológica

La alimentación como parte del proceso de recuperación tras una enfermedad oncológica

Madrid 31/01/2019

Una alimentación sana y adecuada es parte primordial del proceso de recuperación de pacientes con cáncer: cirugía, quimioterapia y radioterapia. Todos ellos son procesos agresivos que tienen un efecto negativo para el cuerpo además de afectar al estado general de la salud del paciente.

 

El paciente oncológico se caracteriza por estar inmunosuprimido, lo que le convierte en más vulnerable a agentes patógenos oportunistas que pueden provocar una infección, lo que complica tanto la curación como afecta a la salud del paciente.

 

Durante el desarrollo de la enfermedad y el consiguiente proceso curativo, es fundamental contar con un sistema inmunitario lo más fuerte posible y la alimentación es gran aliado para conseguirlo. Un aporte adecuado de vitaminas (A, grupo B, C y E) y de minerales (selenio, zinc, hierro) es básico y se puede conseguir con una alimentación adecuada y específica.

 

Mientras se produce el desarrollo del cáncer y se están administrando tratamientos curativos, especialmente quimioterapia, el paciente tiene una fuerte bajada de glóbulos rojos que puede desembocar en una anemia. Para contrarrestarla el paciente debe tener un buen aporte de hierro, ácido fólico y vitamina C. Estos nutrientes están presentes de manera natural en: espinacas, brócoli, carne de ternera magra, hígado, morcilla, atún, lentejas, arroz integral, cítricos, tomate, pimiento, kiwi, piña, plátano, aguacate, perejil, coles de Bruselas, lechuga y rúcula. También se encuentran en: castaña, almendra, avellana, cacahuete, alubias, garbanzos, guisantes, soja y lenteja.

 

Sin embargo, el problema que se presenta muchas veces es que algunos de estos alimentos no son bien tolerados por los pacientes con cáncer ya que éstos tienen náuseas, vómitos, irritación digestiva con ardor y acidez, y diarrea. Para sortear estos efectos secundarios de los tratamientos oncológicos, si se presentan, se pueden evitar los alimentos ácidos en exceso (cítricos) y consumir, siempre, los alimentos cocinados (si es posible en forma de purés o zumos), ya que son mejor tolerados.

 

En el caso de los pacientes con diarrea asociados a un proceso oncológico (sobre todo en pacientes sometidos a radioterapia por cánceres digestivos) hay que moderar el consumo de fibra en crudo, cocinar las verduras e, incluso, licuarlas, para desnaturalizar la fibra vegetal.

 

También se deben evitar las grasas saturadas, ya que favorecen la inflamación de las mucosas y, con ello, un aumento de la diarrea. En estos casos, es recomendable optar por carne de ternera magra en vez de buey, hígado y morcilla como fuente de hierro para evitar la anemia.

 

Para mejorar los leucocitos (serie blanca) hay que tener una ingesta adecuada de alimentos ricos en: vitaminas A, B6, B12, C y E y minerales como selenio, zinc y magnesio. Todos estos nutrientes se encuentran frutas y verduras de todos los colores (sin abusar de los cítricos y el aguacate), que estén preferentemente cocinados y licuados (zumos, purés, cremas y compotas).

 

El cuerpo del paciente con cáncer necesita también un buen aporte proteico para paliar la pérdida de masa muscular, provocadas por la propia enfermedad y la falta de apetito. Las proteínas se encuentran en: huevos (cocidos o escalfados), lácteos desnatados, carne de pollo, pavo, conejo, ternera y cerdo magros, pescados azules y blancos, legumbres, frutos secos y semillas. También en mariscos (colas de gambas y langostinos) y moluscos sin concha,como el calamar y el pulpo.

 

Otro factor muy importante para el bienestar del paciente tras un tratamiento agresivo contra el cáncer es el mantenimiento de la energía, ya que la astenia o debilidad es un síntoma común en pacientes de este tipo. Para ello es aconsejable el consumo de carbohidratos complejos e integrales como fuente energética: pan y pasta integral, de centeno, espelta y trigo sarraceno, patatas (cocidas o en puré). Y para endulzar los alimentos, debemos emplear miel o panela (nunca azúcar blanco refinado).

 

Por otra parte, se deben evitar los alimentos irritantes e insanos, que favorecen la inflamación de un cuerpo ya de por sí inflamado. Es el caso de la comida basura, empanados, snacks, alimentos refinados y procesados, picantes, alcohol, café, tabaco y grasas saturadas. Además, para contrarrestar la inflamación que sufre el paciente oncológico es recomendable contar con un buen aporte de ácidos grasos omega 3 y 6, que se encuentran en: salmón, aceite de oliva, aguacate, semillas de lino, almendras y nueces.

 

En resumen, un aliado básico para prevenir, combatir, coadyuvar y contrarrestar los efectos del cáncer es una alimentación equilibrada, sana, basada en productos frescos, en múltiples pero pequeñas tomas, con preparaciones fáciles de digerir y evitando la comida preparada, congelada, basura y cargada de grasas saturadas y aditivos químicos.

Dr. Domingo Carrera, médico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas



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